El amor solo florece en la verdad
«No os conforméis a este mundo, sino transformaos por la renovación de vuestro entendimiento...» Romanos 12:2
Hola, soy Jackie,
Crecí en una pequeña ciudad del norte de Perú. La vida allí era sencilla: la familia lo era todo. Soy una de seis hermanos y, aunque mis padres hacían todo lo posible, muchas veces me sentía ignorada. Mi madre era protectora y cariñosa, pero con seis hijos corriendo en diferentes direcciones, algunos días sentía que nadie me escuchaba ni se preocupaba por mí. Mirando atrás, me doy cuenta de que no fui muy realista pero esos momentos me marcaron más de lo que quería admitir. Durante mucho tiempo, guardé resentimiento sin comprender realmente sus raíces; como resultado, me costaba creer que Dios me escuchara.
Al hacerme mayor, me prometí a mí misma:
«Cuando tenga un hijo algún día, no voy a repetir esta historia. Criaré a mi hijo de otra manera».
Cuando cumplí 18 años, me mudé a Europa y finalmente me establecí en Estados Unidos, donde ahora vivo desde hace más de 16 años con mi marido y mi hija.
En medio de mi confusión y sintiendome agotada, finalmente conocí a Jesús en el año 2000. Él me mostró que me relacionaba con Él de la misma manera que una vez me sentí con mi familia: sin ser escuchada. Esa comprensión lo cambió todo. Dios comenzó a sanar partes de mí que ni siquiera sabía que estaban heridas, los lugares que aún anhelaban ser escuchados.
A través de Su misericordia, aprendí que ninguna persona en el mundo puede darnos el amor que necesitamos y que el amor solo puede florecer en una familia cuando hay una comunicación sincera y unificada.
Esta verdad se convirtió en la base de mi maternidad y mi matrimonio. Con el tiempo, aprendí que, incluso con fe y amor, la crianza de los hijos y el matrimonio pueden poner a prueba lo más profundo de nuestras fuerzas. Pero cuanto más comprendemos a Dios y nuestras emociones, más nos enseña Su gracia a remodelar con delicadeza nuestra forma de ver, escuchar y amar.
Mi Camino de Aprendizaje y Vocación:
A lo largo de los años, he desempeñado muchas funciones: misionera, asistente de maestra Montessori, entrenadora, esposa y madre. He trabajado en la educación infantil, ayudando a los más pequeños a sentar las bases de la autorregulación, el juego cooperativo, la independencia, la amabilidad y el crecimiento socioemocional. También he guiado a profesionales en su desarrollo personal y profesional.
Como misionera, enseñé a niños de entre 10 y 15 años sobre la Biblia, la oración y el carácter cristiano, ayudándoles a crecer en comprensión moral y conciencia social. En 2021, me certifiqué como coach profesional en un programa de la ICF y comencé a ayudar a personas a perseguir sus metas y encontrar una mayor paz.
Con el tiempo, a través de la oración y la reflexión, comencé a sentir que Dios estaba ampliando mi vocación. Me di cuenta de que, aunque ayudar a las personas a tener éxito en su profesion era significativo, pero la verdadera paz no puede existir cuando nuestros hogares están en crisis. La verdadera transformación comienza con las personas más cercanas a nosotros: nuestras familias. Porque cuando nuestros hogares están completos, todo lo demás encuentra el equilibrio. Esa comprensión cambió no solo mi trayectoria profesional, sino también mi corazón.
Como muchos padres, he leído innumerables libros, visto vídeos e incluso acudido a terapia, y aunque la terapia puede ayudar mucho, he aprendido que la reflexión sin fe a menudo se queda solo al nivel cognitivo. Podemos saberlo todo sobre nosotros mismos y seguir sintiéndonos estancados. Pero cuando Dios se convierte en parte de esa reflexión, la conciencia se transforma en transformación, y la paz comienza a echar raíces.
Lo que hago hoy:
Hoy en día, ayudo a las familias a reconstruir la conexión, restaurar la paz y redescubrir la alegría, combinando la fe, la conciencia emocional y el crecimiento en la vida real. Mi enfoque reúne años de experiencia en comunicación, educación Montessori y coaching profesional, moldeados por mi propio viaje como madre, esposa y creyente.
Creé el método de crianza DM™, un marco basado en la fe que ayuda a los padres a reflejar el amor de Dios en sus hogares. A través de mi coaching, guío a los padres para que se vean a sí mismos, y a sus hijos, a través del enfoque de Dios, no del mundo. Porque cuando los padres comienzan a sanar, los niños no solo se comportan de manera diferente, sino que se vuelven diferentes.
Ese es el núcleo de mi trabajo: ayudar a las familias a educarse, a acercarse más, a estar más tranquilas y a arraigarse más en el amor.
Me encantaría ayudarte a transformar el conflicto en crecimiento aun en medio de la tormenta.
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